A la tarde el humo de la chimenea de la soledad
sube a verme,
repta por mis tierras esquivando los olivos o sencillamente
salva los escalones y mis tobillos tristes la dejan pasar,
con sigilo me ama, me enreda.
Yo digo que viene a verme
porque se encaprichó un día de mí,
debió ver mi debilidad por las gaviotas
o por las farolas de los puentes o por las hojas solitarias.
No me queda claro su porqué,
su niebla me viene a bocanadas, a veces grandes cirros,
a veces pequeñas caladas a punto siempre de partir.
Si sé que viene a verme a mí y a ningún otro
es porque me lo dice su curva de humareda enamorada,
su gris de verano y tormenta, su perfume.
Yo disimulo que me ahoga su visita,
hago como que no me duele y pongo las manos
lo más lejos de ella, cerradas, se que si la ven mis manos
es segura la derrota.
SUBLIME
Bssss.
En todo instante surgen cosas que nos hacen sumergir, cosas en ese mar sin fondo en cual tu bien respiras.
Una saludable poesía, sin lugar a dudas.