Asoma la poesía cuando te vas,
cuando creo que no vas a volver,
que te cansaste de mi,
que te quedarás merodeando
en cualquier lugar donde no esté yo,
un parque, un teleférico, un reloj.
Y aparece siempre la poesía
de la nada o de los árboles baja,
su compasiva mirada
me dice:
“estoy aquí, yo si te quiero”.
Ignora mi búsqueda de los días alegres
cuando la utilizaba pensando en ti,
y no era fin sino medio,
y no era más que mi escudo y mi vanguardia.
Ella perdona esas cosas,
sabe esconderse bien
y esperar a que te vayas,
que no regreses nunca es su deseo
de verso libre y caligrafía nueva.
Y si regresas por los milagros
o por los días menguantes,
o por mis aullidos de domingo,
ella vuelve a sus escondites,
se oculta debajo de las alfombras,
dentro de las cajas de zapatos,
en las memorias de los ordenadores.
Yo me quedo con las dos y con ninguna,
imposibles de juntar
sin un lamento o una fuga.