Voy buscando el no,
no hay quizás o futuro que no me empeñara
en transformar en un nuevo no,
precioso, de acero o espiga, un no infranqueable.
El sí es el trigal rubio y maduro,
huele a la plaza de mi pueblo
cuando llegan las carretas que vuelven de la siega.
El sí cimbrea las aspas del molino de marzo,
es una boca que besa la piedra y la blanquea,
enharina el delantal de mi frente.
Sí, me dice hoy, pero mañana no lo dirá.
Mi refugio está en tu no,
negro de locomotora antigua y de vapor
porque es otro no
tan grande como el mío,
porque descarrila mis manos,
un no que decidió abandonar las estaciones,
un no que llega siempre con puntual demora.
Existe mi poesía por tu no,
a pesar del humo del carbón y de la era.
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