Lo voy a contar desde el principio

Me asaltó una mañana el mes que cumplía trece años, el motivo no era elevado, estaba disimulada la tentación en un concurso de escritura con el tema del pueblo donde vivíamos. La elección era entre un relato o una poesía, mi decisión fue natural, infundada, definitiva. Todavía no inventé el motivo, en qué parte del subconsciente se formó la idea, qué gran idea aquella, de sentarse a escribir e intentar descifrar la pregunta de Bécquer . En esos primeros minutos la incertidumbre, un papel en blanco triste todavía, se tornó rápidamente en alegre remolino de imágenes, y las manos se crecieron y desbordaron con el desafío de su espejo: las palabras. Rebrincaban por la mesa, se caían por detrás de las cortinas, por las ventanas entraban y salían en las heridas de mis sueños. Luego me llegaron por mar, cabalgando las olas o en velero blanco con bandera azul, por los pinos y las bocas de las ardillas, por correo y por telégrafo, en el tranvía de las tardes de otoño o dulcemente escondidas en la boca de mi primer amor. Se quedaron por fin en los cajones y estanterías, maravilladas por los cielos estrellados y fugaces de mi habitación. Mis ojos ya no veían lo mismo que antes de conocer la poesía. Desde entonces todas las palabras me vinieron a ver para que las fijara, y torpemente las fui aprendiendo, degustando, desordenando hasta que ya fueron todas mías. Al menos eso pensó un chaval de trece años. Luego también aprendí que nunca tendría más de un segundo las palabras, por más que intentara retenerlas en el papel, o que a veces duelen como el recuerdo de los muertos, o que no sirven para llegar a unos labios y es preferible tener un pañuelo cerca por si se escapan, descienden por las mejillas y quieren volver a la mar. Nadie le había dicho nada de aquello a ese niño.

A pesar de los años tengo mi amor a las palabras intacto, las siento vivas desde el recodo último del alma hasta la catarata que es a veces mi boca, me besan a menudo, me arrastran otras veces, y tenía que hacerlo, debía de hacerlo, ya no podían ser sólo mías (me lo dijo Salinas en Bryant Park).
Ahora van a dejar la caja marrón que las sepultaba para ir en busca de otros ojos, de los albatros, del último atardecer de Madrí.Van a volar por el abismo, al encuentro de lo que soy y de lo que quiero ser. Esta es la historia del poeta de Carabanchel

y el acantilado
de sus palabras.

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Una Respuesta a Lo voy a contar desde el principio

  1. Arantxa dijo:

    Y no podia ser de otra manera¡¡

    Porque los artistas, tienen que compartir su arte, si no..no es nada¡¡
    Ya era hora, de que el mundo conociera esa parte tan maravillosa de ti..que muchos tenemos la suerte de disfrutar y vivir. Y que supieran que las palabras bien unidas, crean magia¡¡

    Despues de tantos años, esperando una poesia¡¡¡ ahora las tengo todas¡¡
    Un beso, de una admiradora “ya no secreta”

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