Te preocupan mis porqués
no mis dóndes, ni mis cuándos,
no mis a veces, ni mis para qué.
Hay días que te añoro demasiado,
te buscaría en cualquier laberinto,
de las lonjas a los pupitres,
y a esa hora de golondrinas
te miraría sin más sueño en la vida,
resignado a la nada, a tu todo.
Tú eres la marea baja, la mañana,
los huertos recién regados,
los paisajes sin punta.
Te preocupa mi porqué,
mi necesidad de amarrarte
con el ancla de los domingos,
mi corazón en destierro de razones,
yo te estoy esperando,
son muchas ya las lunas llenas.
Te sigo esperando,
con las manos imantadas
por tu brújula sonrisa.
Te esperaré todavía,
¿no ves mi cuello izado
por encima de las gaviotas?.