Eres la primera
mirada detenida
en mis poemas.
Me gusta así
porque enfrentas
tu boca de relámpago
con la penumbra mía,
tu miedo
con mi verso,
y siempre pierdo,
y siempre ganas.
Eres la primera
mirada retenida
en mis poemas.
Me gustas así
porque me haces
deshojar las olas,
los kilómetros,
los adoquines
blancos y negros
de las aceras
de Lisboa.
Eres la primera
mirada sumergida
en mis poemas.
Me gusta así
porque dejas
mi bolígrafo
en la raspa,
y miro la mar
sin prisas,
sin confines,
sin naufragios.