Mi deseo ha regresado encarnado.
Nada….una herida rosa.
Menos que nada….una cicatriz blanquecina.
Una nada de nada puede….yo ofrecía toda la sangre.
Era cierto, lo advertiste
desde que mi boca se entorno
para dejar al viento las manos.
Eras cierta como un olmo caído,
más cierta que los ojos con los que te miraba,
pero no eras quién yo decía, seguías siendo nada.
Y todo lo hice yo, quererte, olvidarte,
olvidarte queriendo, tú mirabas
desde tu ventana siempre cerrada,
vidrieras para mis ojos eras,
siempre empañada de ayer,
siempre reluciendo lejos de mi.
Todo lo hice yo, escribirte como un libro,
desnudarte a solas, arrancarte las ropas y las páginas,
todo lo hice yo, tú no eras, no estabas, no me sobrevivías.
Ya te nombro en pasado, ya te has ido del lado
de las ilusiones al lado de los olvidos.
En las mañanas a veces
mi mente te figura retornada a los azules,
a la mar, y otra vez te navego
y otra vez te dejas bucear.
¿No podría, ya que todo lo hice yo, dejarte de olvidar?
Impresionante, es solo una palabra con la que poder expresar la conjuncion de aquellas letras que encarceladas, tan brillantemente has sabido liberar.
Se puede decir más alto pero no tan claro: “Todo lo hice yo”… brutal!